13 Jul.09
A pesar del tiempo transcurrido, la humanidad no deja de pensar en el 14 de julio de 1789, por los profundos cambios que se iniciaron en la vida de la sociedad, al extremo de establecer la división entre lo que se conoce como la Edad Moderna y la Edad Contemporánea.
Fueron los revolucionarios de Francia los que dieron inicio al ese cambio profundo que recordamos como la Revolución Francesa y que no hizo sino cambiar la presencia de un régimen autoritario, para reemplazarlo por uno nacido de la voluntad popular.
Recordar ese cambio nos permite evocar los hechos que se dieron en nuestra América hace 200 años y que nacen con la revolución del 25 de mayo en Chuquisaca y otras que le sucedieron en el resto del país y en los países vecinos, para concretar el ejemplo de lucha por la libertad.
La revolución no se concretó de la noche a la mañana, sino que fue un proceso largo en el que se presentaron diferentes situaciones que vale la pena recordar.
Es bueno pensar en que la historia es una sucesión de hechos que se repiten en forma cíclica, aunque adaptados a las condiciones políticas y sociales de cada circunstancia que le corresponde vivir a la humanidad.
Ese despertar de la sociedad frente a un régimen que trataba de imponer su voluntad por la fuerza, logro desplazarlo violentamente y con excesos que los campesinos franceses cometieron para imponer su voluntad, aprovechando la creación de una Asamblea que los favorecía y que dieron lugar a la ejecución de varios nobles, empezando por el rey Luis XVI y su esposa María Antonieta, quienes fueron ejecutados en la guillotina.
Pero los excesos un pudieron mantenerse por mucho tiempo y el control que tenia la baja burguesía en la Asamblea, terminó dando paso a la presencia de un militar que intentó poner orden, haciéndose cargo de la situación a la cabeza del Consulado que luego lo coronó como Emperador. Esperamos que la presencia de Napoleón en el poder pueda ser motivo de un comentario futuro.
Diremos por otro lado que el lema de libertad, igualdad y fraternidad, que fue la bandera de la revolución, se mantienen hasta el presente como un objetivo de la vida de la sociedad en democracia y que no deja de ser violado por la pugna de intereses que permanentemente margina esos principios.
Basta mencionar la frecuencia con que el principio de la libertad es vulnerado por personas que intentan someter a sus semejantes para satisfacer sus propios intereses, y no se trata sólo de la libertad de las personas, sino también la libertad de desenvolvimiento de las instituciones creadas por los estados para velar pora la vigencia de la democracia. Está demás mencionar la importancia que tiene permitir la libertad de los Poderes del Estado, para que estos puedan cumplir con la misión que la sociedad les ha encomendado, esa libertad nos llega en la actualidad con el concepto de autonomía, que no es otra cosa que el derecho que tienen todas las personas, las instituciones, los gobiernos y los pueblos de tomar a su cargo el control de su propio destino.
El concepto de igualdad se advierte con frecuencia en las discriminaciones que establece la sociedad por razones de sexo, creencia religiosa, orientación política, raza y otras que hacen que las personas se vean como enemigos y traten de imponerse por la fuerza.
La fraternidad sería únicamente el resultado de las dos anteriores, cuando hay libertad e igualdad, autonomía y democracia, o como se quieran llamar, la fraternidad o la convivencia pacifica llegan como consecuencia. Lamentablemente, hoy la fraternidad no se encuentra en nuestro país más que en los vehementes mensajes del Cardenal Julio Terrazas que nos insta en forma permanente a vivir como hermanos, pero que la vemos no sólo como hace 220 años, sino como 500.
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