Conveniencia

6 Jul.09
Los acontecimientos que han rodeado la actualidad informativa, en cuanto al golpe de estado que se ha producido en Honduras, nos dan lugar para algunas reflexiones que vale la pena anotar, para ver cómo los entretelones del problema dan para todo.
El discurso democrático que sirvió para enfrentar a los gobiernos de Latinoamérica en la década de los setenta y que tenían el apoyo abierto de los Estados Unidos, hoy parece haberse consolidado de tal manera que ningún país en el mundo ha considerado, en el momento presente, que se puede gobernar a un país al margen de la vigencia de la democracia y han tenido un pronunciamiento unánime para condenar la acción de las fuerzas armadas hondureñas, a pesar de que ellas , en el giro de muy poco tiempo, dejaron el poder en manos del Parlamento.
Los parlamentarios, al conocer la situación, decidieron proceder a designar un presidente aplicando la norma que establece la sucesión que podría darse por ausencia del Presidente, sin embargo, lo que podría advertirse como negativo es el hecho de que quien asumió la presidencia se niega a devolverla a su legitimo representante, cuando este lo solicita y apela a las fuerzas armadas y eso si sería un acto de rebeldía.
Por otro lado, los hechos que precipitaron la actuación de las fuerzas armadas hondureñas estuvieron también relacionados con la actitud del Presidente que si bien dice que se trataba de una consulta inocente, por la experiencia que se tiene en el continente, es fácil de prever que su intención era otra.
Existen también otras situaciones que merecen ser observadas con algún detalle, el presidente Chávez de Venezuela, que parece ser el modelo que Honduras intentaba seguir para marcar su futuro, se ha convertido en el mayo defensor del presidente Zelaya a quien ha ofrecido defender con las armas, si era necesario y ha facilitado el avión con en que el hondureño intentaba retornar a su país.
La posición del Secretario General de la OEA era de prever, porque hemos visto en sus actuaciones anteriores que se encontraba seriamente parcializado con el grupo de países que suscribieron la Alianza Bolivariana y que inclusive había avalado algunas posiciones poco democráticas.
Algo que también se debe observar con cuidado es la actuación de la Organización de las Naciones Unidas, que parece haberse pronunciado en forma más emocional, cuando Zelaya se presentó ante los representantes que no vacilaron en prestarle su apoyo, aunque ahora ese respaldo se ve debilitado por un prudente silencio en el marco de los acontecimientos.
Pero lo más interesante surge cuando los Estados Unidos expresan su apoyo al presidente hondureño y exigen su restitución, el apoyo norteamericano sirvió más adelante para que Zelaya pueda demandar el apoyo del gobierno de Obama para retornar al mando de su país.
Habría que ver en que medida Estados Unidos se mantiene en su posición de apoyo a un Zelaya que también muestra nuevas facetas.
No olvidemos que junto a sus amigos de ALBA, Zelaya hacía conocer su posición, aparentemente firme, en contra del imperialismo y que ahora pide a Estados Unidos intervenir a su favor, frente a un gobierno que de alguna manera ha debido sentirse apoyado por el país del norte, cuando pensó en apoderarse de la presidencia.
Resulta interesante ver cómo, al margen de lo que son izquierdas, derechas o centros, todos muestran posiciones extrañas cuando se trata de su conveniencia.

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