16 Jul.09
Hoy le toca a la ciudad de La Paz el turno de celebrar el bicentenario de la revolución de julio de 1809, encabezada por el patriota Pedro Domingo Murillo. La conmemoración, como no podía ser de otra manera, ha dado lugar a una serie de actos celebratorios, tanto en el campo oficial como en instituciones de diferente orden, como el Club Social 16 de Julio o la institución Amigos de la Ciudad, las que en momentos especiales de la vida de esa ciudad tuvieron rol destacado.
Los actos de celebración se iniciaron hace algunos días y trataron de recordar cómo los patriotas se organizaron para rebelarse ante las autoridades coloniales de la época.
Según los historiadores, el grupo revolucionario estuvo compuesto en su mayoría, para otros en su totalidad, por el grupo de los llamados criollos que no eran otra cosa que los hijos de los españoles nacidos en el nuevo continente.
Las celebraciones centrales se caracterizarán por actos ya tradicionales en la recordación de la efemérides paceña, pero dadas las circunstancias actuales, se realizarán con mayor solemnidad. Podemos citar por ejemplo el desfile de teas y la verbena, realizados en la víspera, recordemos que la tea se ha convertido en el símbolo de este acontecimiento por la célebre frase pronunciada por Murillo al momento de ser ejecutado en la horca,”yo muero, pero la tea que dejo encendida nadie la podrá apagar”.
La celebración tanbien da lugar a hechos paradójicos como la presencia de nuestros gobernantes, con renovado fervor cívico, olvidando en forma deliberada que los pueblos nativos intentaron un levantamiento el 1781 con el cerco a La Paz, encabezado por Tupac Katari.
Apoyándonos siempre en historiadores paceños, sabemos que los patriotas del 16 de julio fueron los encargados de conjurar el levantamiento indígena y algún autor, algo más osado, indica inclusive que Murillo cabalgaba uno de los caballos que descuartizaron al líder indígena.
La celebración se inició al comenzar la semana con un desfile a caballo, encabezado por las primeras autoridades del gobierno, cabria recordar que los caballos no son originarios de América y que fueron traídos por los colonizadores, sin nos preciamos de originarios tendríamos que haberlo hecho arreando algunas llamas, como dice Gregorio Reynolds, “la sobria compañera del aymara”, ya que la rueda tampoco estaba dentro de los hallazgos de los colonizadores. A diferencia de otros elementos como el maíz, el tabaco o la coca que siendo llevados por la colonia causaron furor en el viejo continente.
La mención no tiene el objeto de incomodar la celebración sino de poner en evidencia que asumir posiciones intransigentes puede en algún momento ser contraproducente.
La conmemoración tiene muchos otros actos importantes que revivirán el fervor cívico de una ciudadanía que se caracteriza por su patriotismo, basta recordar el himno “Salve oh Patria” que nos dice que La Paz atesora el civismo nacional.
El hecho de que La Paz sea la sede del gobierno nacional, desde inicios del siglo XX cuando el régimen liberal asumió el poder y trasladó la sede del Gobierno desde Sucre, ha dado lugar a que la vida política de nuestro país esté centrada en esa ciudad y ello originó su protagonismo político en gran parte del siglo pasado.
Posiblemente fue también el ejemplo paceño el que permite en el presente a todos los bolivianos, aspirar la conducción de sus intereses a nivel regional y municipal forjando su propio destino, mediante un régimen autonómico.
El liderazgo de Chuquisaca con el alzamiento del 25 de mayo y el de La Paz el 16 de julio ambos en 1809, permitió que las demás ciudades, en los meses y años siguientes, empuñaran las armas para la larga lucha por la libertad.
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