18 jun.09
Desde el nacimiento de las culturas primitivas los cambios que se producían en la marcha del sol resultaron momentos de profunda observación para la humanidad y luego vinieron como consecuencia fiestas religiosas llenas de recogimiento.
Miles de años después, podemos ver cómo esos momentos especiales en la vida del planeta llegan a nosotros, porque fueron recogidos con magistral habilidad por magos y sacerdotes, de diferentes pueblos de la antigüedad, que nos han dejado como herencia sus calendarios, tal es el caso de los babilonios, egipcios, mayas, aztecas, incas y tiahuanacotas.
Coincidentes con las fechas señaladas, se hicieron celebraciones especiales que reunieron grandes cantidades de personas y dieron lugar a fiestas religiosas que se fueron perfeccionando, actualizando y adaptando, y perduraron a través del tiempo.
Algunas fiestas solsticiales llegaron a nosotros con la cultura europea, una de las principales celebraciones es la de la Navidad, que coincide con el invierno en el hemisferio norte, pero ese no fue un privilegio europeo u occidental, las tradiciones orientales cuentan con celebraciones especiales que evocan los momentos en que la vida del planeta, experimenta cambios sustanciales, relacionados con la orbita que realiza alrededor del sol.
La fiesta del equinoccio la primavera, por ejemplo coincide con la que es celebrada en el mundo como el día del estudiante, de la juventud, de la fertilidad, del amor y otras celebraciones que coinciden con el momento en que la tierra se hace más fértil.
En el caso de dichas celebraciones, en el lugar donde nos encontramos, no se relacionan únicamente con las tradiciones venidas con la colonia sino que ya se cumplían ceremonias y ritos con mucha anterioridad, hoy todavía en el Cuzco, con la llegada de la primavera, se recuerda la fiesta del Inti Raymi heredada de los incas.
En el caso que ha dado lugar a la declaratoria de un día feriado inamovible en nuestro país, el pueblo aymara recuerda en el occidente lo que podría llamase el renacimiento del sol, en efecto, el sol que ha ido declinando en los últimos días, como producto de la llegada del invierno, hacía que los días se vayan haciendo más cortos, fenómeno que en la proximidad a los polos se acentúa, haciéndose más perceptible, llega a su límite con el renacimiento del sol en el amanecer del 21 de junio, según reza el Decreto dictado para el efecto, el Año Nuevo 5.517, fecha a partir de la cual los días comienzan a ser más largos y la tierra irá preparándose para darnos mejores frutos.
En el oriente boliviano este tipo de celebraciones carecen de una recordación tan significativa, salvo ese saludo al sol que practican algunos pueblos originarios, como los ayoreos que no lo hacen en un día particular del año, sino que reciben al sol cada mañana, con cantos y signos de gratitud, porque será el compañero de la dura jornada en sus labores en el monte.
Sin embargo, es digno de recordar cómo, por una coincidencia, fue un 21 de junio que el pueblo cruceño vio morir, no el sol sino el centralismo y el 22 de junio de 2004, en el primer cabildo del siglo XXI, aprobó lo “agenda de junio”, dijo si a la democracia y a la libertad, y saludó el advenimiento de la ansiada autonomía.
¿Podríamos todavía sentirnos molestos con la creación de este feriado que nos permitirá recordar cada año el día en que el pueblo cruceño vio nacer su ansiada autonomía al grito de ORE YAE IYAMBAE?
Feliz día de la autonomía.
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