14 JUn.09
Aunque parezca mentira, han pasado casi cuarenta años y las situaciones vuelven con las mismas características, los bolivianos optimistas mirando cómo las cosas pueden mejorar después de una temporada caótica, alimentada por las organizaciones sociales que encaramadas en el poder, buscaban la mejor forma de beneficiarse.
En esa oportunidad fueron los militares quienes decidieron poner orden, aunque los métodos no eran de lo mejor; llegaron días realmente dolorosos que nos duele hasta recordar, pero que las circunstancias nos obligan a hacerlo.
Por suerte los militares de hoy no son los mismos de entonces, lo que nos mueve a pensar que por ese lado no podríamos tener sorpresas, sin embargo las cosas no siempre se mantiene estáticas y a veces se resuelven de la manera menos esperada y lamentablemente, también en algunos casos la menos deseada.
En la situación que recordábamos al principio, el cambio vino de la mano de un gobierno que intentó componer la situación uniendo los grupos políticos más extremos. MNR y FSB, enemigos irreconciliables hasta ese momento, resultaron uniendo sus manos, a la derecha y la izquierda de un general, para ofrecer algo que nunca se concretó. Democracia, libertad fueron a dar al tacho, para que en un momento dado, los eventuales aliados terminaran emprendiendo el camino al exilio, para dar paso a una dictadura.
Y ahí llega la coincidencia que nos preocupa, para hacer digerir la nueva condición, comenzaron a surgir beneficios especiales para algunos sectores que se sometieron, hipotecando su lealtad por algunos favores; recordamos que los transportistas fueron los primeros en aceptar unos vehículos de servicio público importados con liberación de impuestos.
Otros sectores tuvieron lo suyo y finalmente llegaron los bonos que en el momento de recibirlos caen bien, por lo menos para llenar la olla durante unos días, sin advertir que los artículos de primera necesidad han subido de precio en una proporción mayor.
En lo que va del año, las familias con mayores necesidades se han beneficiado con la Renta Dignidad, Bono Familia, el Bono Juancito Pinto, luego el Juana Azurduy, como decíamos, esos beneficios pueden salvar la situación en un momento determinado, pero luego qué.
La política de los bonos no ha originado otra cosa que la justificada reacción de los gobiernos departamentales, autonomistas o no, porque el pago de esos beneficios afectó los ingresos que tienen por el Impuesto a los Hidrocarburos.
En varios sectores se presentaron también reacciones debido a que los bonos establecidos en gestiones anteriores dejaron de ser pagados y ello dio lugar a problemas sociales, como el caso de los bonos para maestros rurales, trabajadores en salud, maestros urbanos, etc.
Con seguridad, esos beneficios, junto al flamante bono para los servidores públicos, servirán para asegurar los votos en las próximas elecciones, así se trate de desmentir la intención; tenemos como ejemplos el caso del Bonosol que nació también con el mismo motivo y que luego no dio los resultados esperados, porque quienes estaban en el poder habían fabricado sus propios bonos, por la Capitalización que resultaron millonarios y les permitieron refugiarse luego en Estados Unidos, el Perú y otros lugares que les brindan protección, evitando que respondan por su picardía.
Lo que ahora nos preocupa es saber qué sucederá luego de las elecciones, continuarán los bonos, habrá otros, se seguirá limitando el desarrollo de las regiones para castigarlas por opositoras, incluyendo a la gente humilde que vive en ellas y que quedarán sin agua, electricidad, riego y otros servicios que le permitirían vivir en mejores condiciones gracias al IDH. Tal vez los bonos ya no puedan ser la solución.
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