Nuevos rumbos

21 Jun.09
En círculos próximos al palacio de gobierno, se ha informado que en los próximos días, el presidente del estado distinguirá como héroe nacional a Apiaguaiki Tumpa, el jefe guaraní que enfrentó a fuerzas del gobierno al concluir el siglo XIX. Este hecho tuvo lugar pocos años antes de iniciarse la guerra civil, llamada la revolución federal, que apelando a los ideales de Andrés Ibáñez, encumbró en el poder al Partido Liberal.
La presencia de los indígenas del oriente posiblemente se manifestó también durante la Guerra del Pacifico que se produjo algunos años antes de este alzamiento y que como sabemos, resultó un quebranto para la vida nacional.
Se menciona el hecho para recordar que los indígenas fueron también factor determinante en el triunfo liberal, con la presencia de Pablo Zarate Wilca, conocido por la historias como el “Temible Wilca” por su participación frente a las fuerzas del ejército que para aplacar la revolución, fueron trasladadas desde Sucre hacia el altiplano y que soportaron serios reveses.
Si bien los indígenas fueron parte determinante en la victoria liberal, poco después fueron relegados y acusados de matanzas, por lo que quedaron marginados hasta la muerte de su líder.
Los indígenas en Bolivia vivieron así relegados durante el primer siglo de la república, como lo estuvieron durante la Colonia, donde tuvieron que pagar serios tributos, como aquel conocido como la mita, en la cual muchos dejaron su vida.
Sólo en las reducciones jesuíticas se reconoció el valor de los nativos que fueron considerados parte de los cabildos que tomaban las decisiones políticas a favor de la comunidad.
El valor de los indígenas fue probado durante la Guerra del Chaco, cuando la juventud que estuvo en el frente de batalla, tuvo oportunidad de combatir junto a ellos y reconocer todas las cualidades que los adornaban; cuando nació el movimiento nacionalista de la post guerra, la presencia indígena en el quehacer nacional cobró una nueva dimensión, la misma que fue puesta en evidencia con la revolución nacional cuando, para desechar el calificativo peyorativo de indios, se optó por llamarlos campesinos.
A partir de entonces, la identificación con los nativos tuvo características especiales, las personas del altiplano dejaron de considerar ofensivo el llamarse collas, como se llamaba desde el incario a los pueblos de origen aymara; en el oriente sucedió lo propio, los mata cambas que persiguieron al Tumpa hoy son orgullosos de llamarse cambas y considerarse parte de una nación especial.
No debería pues considerarse ofensivo que un líder guaraní que a la cabeza de los chiriguanos, fue capaz de enfrentar las fuerzas que llegaron del occidente para someterlo.
Es importante considerar que tanto en oriente como en occidente, la presencia de los nativos no puede ser más considerada como algo inferior, pues en realidad sabemos poco de los valores importantes que mantiene en su cultura y que los ayudó durante siglos a enfrentar la adversidad.
Hoy es necesario pensar en que el futuro de la nación no puede prescindir de su presencia y que es importante considerarlos en los planes que estamos obligados a proponer, para no resultar avasallados por los herederos de quienes hasta hoy nos gobernaron y nos mostraron profundas debilidades, no sólo intelectuales, sino también de honestidad, solidaridad y otros valores que deberían caracterizar a los líderes que puedan llevarnos por el sendero del progreso.

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