19 JUl.09
La necesidad de mostrar su capacidad de conquista ha llevado al hombre a cumplir una serie de hazañas que le han permitido sentar soberanía.
Esa razón lo ha llevado, desde los orígenes de la civilización, a apoderarse de los territorios de sus vecinos para imponer no sólo su autoridad sino también su forma de pensar, sus creencias políticas y religiosas y aun su sistema de vida.
Con ese criterio fueron desapareciendo las grandes culturas de la antigüedad para dar lugar a otras, con conocimientos más avanzados y con mayor poderío material y bélico.
A media de que el hombre fue ampliando sus horizontes, la conquista de los vecinos se fue extendiendo al control de los continentes y luego a la anexión de nuevos territorios, ello sucedió especialmente con la conquista primero del África y después de America.
Sin embargo, con ese permanente deseo de ampliar sus horizontes, el hombre no sólo se preocupó por apoderarse del planeta, sino que su conocimiento del universo le permitió aspirar a ampliar sus horizontes, más allá de los límites del planeta.
Esta ambición fue concebida por las creencias, hasta hoy no conocidas, pero si imaginadas por la fantasía, de que el planeta nuestro hubiera sido visitado en el pasado lejano por pobladores de otros planetas que lograron no sólo someterlo sino también de imponerle valores de su cultura.
Alentado por tales concepciones fantasiosas, el hombre a su vez concibió el sueño de ampliar el límite de sus dominios.
Fue precisamente hace 40 años que una de esas aspiraciones hubiera podido concretarse, las periódicas incursiones en el espacio, permitieron que el 19 de julio de 1969, tres hombres, a bordo de una nave espacial, el Apolo XII, hubieran podido lograr la hazaña de dar los primeros pasos en la superficie de la luna.
Un hito importante que no sólo dio la posibilidad de encontrar nuevos territorios sino también la de verificar si esos lugares ofrecen las condiciones para el desarrollo de la vida y verificar si los mismos se encuentran poblados.
A pesar del tiempo transcurrido, las investigaciones no han sido concretadas en su totalidad, pero se han dado grandes avances.
Como es sabido, las investigaciones en el espacio no se han limitado al satélite terrestre sino que en base a las sondas espaciales, la humanidad ha llegado a recibir información de los lugares más alejados de nuestro sistema solar.
Sin embargo, la presencia real del hombre sobre la superficie lunar ha significado un hito digno de ser recordado como un avance concreto en la conquista del espacio.
Los hechos mencionados no son sólo una prueba de la capacidad que tiene el hombre de desarrollar la tecnología suficiente sino la de fijarse nuevas metas en el avance para ampliar las frontera de la ciencia y sentar su presencia en los lugares más distantes.
A cuarenta años de ese hecho, corresponde rendir homenaje a todos quienes lo hicieron posible y hacer votos porque estos logros no sólo sirvan para mostrar la capacidad y el poder del hombre, sino el objetivo de compartir esos avances en beneficio de la humanidad en su conjunto
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